VERDAD: ESENCIA DE LA EDUCACIÓN EN VALORES HUMANOS
- Teresita Zuluaga

- 2 ago 2020
- 5 Min. de lectura
Todos los seres humanos, desde que nacemos, somos seres curiosos, seres que siempre estamos anhelantes de buscar y encontrar la Verdad, es un deseo interno. Cada vez que conocemos cierta cantidad de cosas, en un área o en varias áreas de la vida, estamos parados en un círculo. Imaginemos que es un círculo pequeño y por lo tanto aquello que no conocemos, aquello que está por fuera de nuestro círculo de conocimiento, pareciera ser pequeño también.
Pero cuando nuestro círculo de conocimiento crece vemos que, por fuera de nosotros, se forma un nuevo círculo mayor y crece así lo desconocido en igual medida. Hay un espacio grandísimo que no conocemos. Es así como aparece la paradoja de que cuanto más conocemos, más somos conscientes de todo lo que nos falta por conocer. A través de esta paradoja, los científicos han conquistado una gran cantidad de conocimientos y han descubierto muchísimas cosas; pero son verdades que van cambiando o se van ampliando porque siempre pueden entrar a nuevos y mayores círculos de conocimiento.
Las verdades que aporta la ciencia son provisorias, la ciencia necesita cambiar para subsistir y ampliar su conocimiento. Por el contrario, el Amor no cambia, se mantiene a través del tiempo. Por ello los investigadores de la propia naturaleza de la conciencia humana sostienen que si queremos encontrar una Verdad perdurable, “con V mayúscula”, debemos entrar en nosotros y empezar a practicar la esencia de esos Valores Humanos. De este modo, mediante la introspección podemos elevar nuestro consciencia y conectarnos así con nuestro maestro interno, que es nuestra fuente de inspiración y que muchas veces nos habla con la voz de la intuición que cada uno de nosotros tiene dentro.
Esto es muy importante para todos los seres en este planeta, pero es mucho más importante para un educador, porque en la educación debemos aspirar a elevar la consciencia de los niños para que ellos puedan vivir en un estado de libertad, puedan transformar todo su miedo en un estado de Amor y Verdad.
En el proceso educativo el maestro debe siempre inspirar al niño para que, en esa búsqueda de la Verdad, logre controlar su mente y de esa manera pueda sobreponerse a los miedos y se torne así amo de sí mismo. Es decir, que se torne un ser que sea capaz de controlar su vida, que sea el protagonista real de su vida.
Aquí es necesario comprender varias cosas. Una de ella es que somos iguales por nuestra potencia, no por nuestra apariencia. Por lo tanto debemos entender también que soy diferente cuando reconozco que el otro tiene unas necesidades y unos recursos que son diferentes a los míos. Eso es lo que nos hace diferentes, pero la esencia es la misma. La necesidad de cada uno es diferente, la fuerza de esos recursos y de esas necesidades son diferentes, la potencia es la misma. Los recursos son diferentes y aquí es donde podemos realmente y compartir.
A través de la educación debemos propiciar el despertar la fuerza interna, esa Verdad interna que cada uno trae para poder ser uno con el otro. En esa unidad sabemos que todo lo que yo pienso, lo que yo amo, lo que yo hago, afecta al otro. Cuando estamos con nuestros alumnos, con nuestros hijos, debemos mostrarles que es muy importante que cada cosita que se hace está afectando su entorno, ya que nuestra vida depende de cómo actuamos, cómo pensamos y cómo sentimos.
Otro aspecto a tener en cuenta es que el niño aprende a través de la imitación y por ello es muy importante que lo que imite sea muy bueno, muy bonito, muy verdadero. ¿Por qué? Porque nosotros como adultos, en vez de entrar en contacto nos "contagiamos", no estamos en la actitud, en el estado de imitación, sino más bien de escoger por contagio (siguiendo modas). Así es como los adultos empezamos a perder la conexión con nuestra verdadera esencia, con nuestro ser interior.
Y la quinta cosa importante que el maestro y que todos debemos aprender y saber es la paciencia. Esa paciencia que es paz-con-ciencia, la ciencia de la paz para que toda labor dé frutos. Debemos entonces ir a ese lugar sensible del ser que es el diálogo, ese diálogo es el que construye puentes a nivel social. Podemos comunicarnos desde una escucha generativa, que es un nuevo diálogo, una nueva capacidad de acercarnos al ser del otro sin juzgar, sino que estamos con el alma limpia, estamos en un estado de amor, liberándonos de ese protagonista de la vida que ha sido el miedo.
Por ejemplo, en este momento de la vida por la pandemia, y en esta situación que estamos viviendo: ¿qué es lo que está pasando con el ser humano? Que en muchos casos, en vez de buscar la verdad interna, nos estamos contagiando de un miedo colectivo.
Como si fueran fantasmas gigantes este miedo está realmente impidiendo que podamos aprovechar este gran recreo de vida.
¿Por qué? Porque nunca nos habían dado un recreo tan grande y tan bueno como este. ¿Por qué digo tan bueno? Porque nos hicieron parar a todos como humanidad y nos dijeron: "Ya han estado todas las lecciones habidas y por haber, en todas las materias que has tenido posibilidad, en unas has aprendido bien, pero en muchas estamos mal o estamos regular".
¿Por qué? Porque no hemos puesto atención, no hemos querido estudiar, o por lo que sea. Entonces la vida nos sacó a un recreo.
¿Qué es un recreo? Es un momento de conexión interna donde puedo reconectarme con mi verdad y conquistar coraje. ¿Qué es el coraje? Es la fuerza interna, que surge para poder realizar actos plenos de sentido, así como construir mi verdadera identidad y lograr ser un ser confiable. Primero confiable para mí mismo y luego para los demás; si yo soy confiable para mí mismo, soy confiable para todos. Fíjense que antes no existía tanto papel, tantos contratos para las cosas, la palabra era el mayor contrato que tenía el hombre, era una fuerza verdadera, ahora las palabras se han vuelto el esqueleto, la parte muerta de la fuerza del amor y de la verdad.
Entonces, el hombre debe recuperar esa confiabilidad a través de pensamientos, palabras y acciones. Es que si yo digo voy, es porque voy y si digo te ayudo, es porque te voy a ayudar.
Eso es lo que los niños en sus casas en este momento están ayudando a los padres a recuperar. ¿Por qué? Porque muchos padres se habían desconectado de sus hijos por tantas cosas que estaban haciendo y en este recreo la vida y los niños le están diciendo a los papás y mamás: "¿Dónde está la esencia?, ¿dónde está la verdad?, ¿qué es la verdad?, ¿cuál es el amor que nos une como familia, como seres?" Se trata de un llamado que dice: “Yo quiero volver a la esencia, yo quiero conocer esa Verdad con mayúscula, desde la imitación de esa verdad, de un ser verdadero que es íntegro en pensamiento, palabra y acción”.
Si en este recreo logramos re-conectarnos y reconquistar esa esencia, vamos a poder crear una nueva sociedad formada de hombres libres, con potencia moral. La potencia moral es una fuerza tan grande que la podemos ver como ejemplo en San Francisco de Asís. Él cuidaba a cantidad de enfermos y nunca se contagiaba. Simplemente con su potencia moral era capaz de transformar, de servir para que el otro se transformara, y él, realmente, a través de esa fuerza del servicio, estaba protegido.
En este momento, ese es el otro llamado de este recreo: el llamado a servir. Ese servicio es un acto de amor profundo que invita a que esa energía divina que es el Amor, que es la unidad, que es la fuente, que es la esencia de la que estamos creados, se active en cada uno y nos eleve a un estado de conciencia superior donde todos somos uno y todo lo que pensamos es valioso, es importante y vamos ganando cada vez más la consciencia de que todo lo que hablamos, pensamos, sentimos y hacemos no solo me afecta mí, sino que también afecta a todos, afecta a nuestro entorno, afecta a todo el planeta y a todo el universo.



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